La roca ígnea que brotó tras el impacto de quién sabe cuál meteorito es muy presumida.
Ya no tiene capas de historia geológica que le estorben la vista al cielo. Un firmamento de estrellas para siempre. Y al cuerpo majestuoso que orbita.
Ella se observa a sí misma. Con 13X de aumento. Siendo X el tamaño con el que las terrestres deben apreciarla a ella.
El vasto azul cubierto de nubes de vez en cuando deja al descubierto su reflejo. De color desierto grisáceo.
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