No es sólo el cruce de la fruta con leche y azúcar. Lleva dentro mucho polvo que le cae de encima o le atraviesa por los lados. Trazas efímeras que deberías degustar antes de que vuelvan hacia todas partes.
A Pedro Nariz González de la Caridad del Cobre le gusta colorear la mezcla con tonos bien raros. Vende lo mismo un batido de mango verde escarlata que un vaso de violáceo chillón.
Aunque a veces no tiene ni idea de las longitudes de onda que a la próxima multitud de clientes va a ofrecer, Pedro va y prepara los matices de inmediato. Agita el batido lo mismo con níquel veteado, que espolvorea manganeso fosfateado con extracto fluorescente.
Del que le gusta a las rocas que orbitan hacia su planeta a la hora de beber.
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