Me puse a escribir concretamente sobre la nada. A titular por gusto. A divagar. Por la vieja costumbre de comenzar en blanco y terminar con cuarenta letras medio organizadas.
Se puede tipografiar en falso. En cualquier idioma. Como cuando se lee rozando la página a la velocidad de un dedo, perdiendo la vista entre sílabas.
¿Me entiendes?
¿Me callo?
Se puede dejar de leer a la par de que escribo. Ya no escribo. Ni leo.
Ahora escaneo. Para no perder la vieja costumbre de armar y desarmar palabras.
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