En cada tanque elevado que se precie debe habitar al menos un pececito y dos núcleos familiares de guajacones.
A las 22:00 arriba el agua por el antiguo desagüe de plomo. Hora de comer. Los miércoles y viernes llega el chorro con más fuerza. La mierda que entra por el tramo de tubería expuesto envía saludos desde las alcantarillas sin tapar.
¡Arreglen el motor! ¡Su silbido nos desgarra los oídos! No hay dinero. Ni ánimos para recolocar el flotante de la cisterna cenagosa que desborda mugre hacia el bocacalle de al doblar.
Otro ciclo hidráulico concluye. A las 23:00 cesa el flujo de parásitos sedientos del moho que germina en las aceras henchidas de humedad.
2 notas:
Yo no sé si estoy leyendo un bolero compuesto por Edgar Alan Poe, o una guaracha de Lovecraft, pero esto me recuerda aquella película, de donde alguna vez saqué el nombre de unos tostones muy cabrones, donde el protagonista (italiano él) se asomaba por la claraboya de un solar habanero y gritaba: "¡Moraima, los tanques!"
jajaja.... tampoco recuerdo el título. Pero te aseguro que no gocé tanto esa película como al leer tus primeras líneas.
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