Éramos pobres. No teníamos nada. Y ahora con un par de tics podemos aumentar el mundo. Nuestras sensaciones.
Ganar dinero. Porque la gente consume lo primero que te venga a la mente. Como en la antigua mensajería plana. De imágenes y videos sujetos a la misma geometría de ángulos rectos.
El mundo es oro. Sin refinar. Repleto de impurezas euclidianas que deben ser retocadas por los nanoprocesadores del globo ocular. Durante el pestañeo. Para que cuando abramos los ojos tengamos lo que hace años no podíamos ni imaginar.
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