La vida después de Lost

No volverá a ser igual. Como cuando se lee un buen libro o se escucha un buen consejo. O cada escena cumbre arriba a su final.

Tengo el placer de conocer a una de las pocas personas que comenzarán a vivir su vida tras recuperarse del impacto provocado por la serie. Ninguno de nosotros podrá volver a recrear el copia-copia de capítulos que llegaban con varios días de atraso, pero quedará la tradición de lost-recordar.

Desde hace tres semanas, a quienes disfrutamos de la serie con excesos no nos queda otra que:

• seguir el trabajo de los artistas que continúen explorando su universo,
• olvidarnos del declive de la 6ta temporada,
• recomendar los 4 primeros capítulos a quienes no los hayan visto,
• tener a mano el resto para cuando comiencen a pedirnos más,
• esperar a que alguien presione el botón por nosotros,
• asistir a los parques temáticos de Lost que están por construirse,
• teorizar sobre los misterios parcialmente resueltos,
• olvidarnos de los que quedaron por resolver,
• regresar a la serie en algún otro momento de nuestras vidas,
• erigir un rincón de culto adornado con el mapa de las islas, miniaturas, cómics, libros, réplicas de objetos, videojuegos y el boxset.

No hay duda de que los realizadores de Lost nos han dejado todo un legado. Pese a estar orientada a un amplio público y tener unos objetivos comerciales bien definidos, ha sentado las pautas necesarias para ser considerada en todos sus aspectos como una excelente muestra cultural de principios del siglo XXI.

La transmisión de nuestra serie favorita no sólo ha concluido. Está por nacer la ola de fans que redimensionará el fenómeno Lost para escalarlo a donde hoy no es posible imaginar.

Nos vemos en los muelles de Dharma-Ville. Dopados de alucinógenos gráficos para iniciar una nueva travesía hacia los pies de la estatua.

Namaste.