Hace poco más de una década, cuando era niño, me camuflaba de Guybrush Threepwood para consumir grog de todos los colores, confeccionar brujería vudú e insultar a varios piratas. Sin que mis padres lo notaran.
Y ahora, sin que tampoco lo sepan, naufrago en una isla caribeña más falsa que un mono de tres cabezas, alterno con el otro regalo de LucasArts y redescubro los inmumerables non-senses que continúan girando en torno al secreto.
0 notas:
Publicar un comentario