Cinco días tras cumplirse el XII aniversario de su fallecimiento, continúa impresionándome su vida y su obra. Y no creo que deje de surtir tal efecto en aquellas personas que han podido percibir al menos una pizca de su legado.
Reconocido como uno de los divulgadores más notables de la historia de la ciencia, Carl Sagan popularizó a través de distintos medios de comunicación datos, experimentos, resultados y, más importante aún: la metodología científica.
El impacto en la sociedad de la serie-documental COSMOS: A Personal Voyage, más el éxito de sus publicaciones, merecen no ser olvidados.
Aún no he podido leer su bibliografía completa, pero al menos los títulos más importantes se encuentran en la inmensa lista de cosas que debo hacer antes de morir.
Su filosofía de la vida continúa siendo cada vez más válida. No me extraña que algunos de los primeros principios que conozcan mis futuros hijos sean los suyos.
Hemos diseñado nuestra civilización basados en la ciencia y la tecnología, donde casi nadie entiende sobre ciencia y tecnología. Esto constituye una fórmula segura para el desastre.
Así lo afirmaba el precursor de la advertencia sobre los peligros del efecto invernadero y del invierno nuclear.
Durante sus años de trabajo en la NASA, Carl Sagan encabezó diferentes proyectos, cuyos objetivos estaban directamente relacionados con la detección de la vida en el resto del universo. Además, colaboró en el diseño de las misiones espaciales Mariner, Viking, Galileo, Pioneer y Voyager.
Sus investigaciones en el naciente campo de la exobiología lo condujeron a la hipótesis de la presencia de océanos líquidos en los satélites Europa y Titán -recientemente confirmada.
Sagan estaba convencido tanto de lo maravilloso del ser humano, como de lo cruel que podía llegar a convertirse. Siempre que tenía la ocasión, no dejaba de manisfestar su desacuerdo con tendencias antropocentristas, que conducen a minimizar la importancia del resto de los elementos de la naturaleza. Fue arrestado en un par de ocasiones por su actividad en protesta contra la Guerra de Vietnam y el carácter bélico del programa nuclear de los EE.UU.
Una última cita de Sagan ejemplifica el intenso humanismo de muchas de sus tantas opiniones:
No sólo somos una especie en peligro, sino una especie rara. En la perspectiva cósmica cada uno de nosotros es preciado. Si alguien está en desacuerdo contigo, déjalo vivir. No encontrarás a nadie parecido en cientos de miles de millones de galaxias.
Muy orgulloso de nuestra parte si lo llegáramos a analizar de otra manera. Sería válido curiosear al respecto y darnos cuenta más a menudo de la estrechez de nuestro vínculo al Universo, que no merece la pena destruir el entorno que nos rodea.
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