Entre agitados pasos y un torrente de lluvia, el anciano se lanzaba a una carrera desenfrenada por las angostas calles de Tebas. Sus pasos se perdían en el lodo, evitando que la curiosidad descubriese el motivo de sus preocupaciones. Las miradas de la plebe reflejaban inquietud al chocar con la suya, exenta de siluetas y colores; más, para agravar sus pesares, condenada a la perenne veracidad. Su joven guía, huérfano de los arrabales de Acraifia, se mantenía alerta a los lamentos del profeta que avanzaba seguro de sí mismo, tendiéndole resabioso una de sus manos.
Así comenzaba el primer capítulo de una novela que quería escribir sobre Heracles -más conocido en la cultura hispana como Hércules. La desesperación del profeta Tiresias por llegar cuanto antes a la morada del rey Anfitrión, devino en el resultado de una investigación que comencé a principios de octubre de 2006.
Sumaban a estos un par de docenas de párrafos que no expongo aquí para no volver a adentrarme en un mundo mitológico del que es difícil salir.
Entre documentos, libros, mapas, imágenes satelitales y mucha curiosidad, me fui adentrando en el mundo sociocultural de la Antigua Grecia. Intentaba escribir una historia en torno a uno de los héroes más populares de todo el Mediterráneo. Desde el destierro de Anfitrión hacia Tebas, quería enfrentar el peso de una larga narración por capítulos. Una simple excusa para adentrarme en los pensamiento de aquella época heroica.
El Hércules que quise construir se basaba en la caracterización del héroe local de diferentes regiones de Grecia, nutrido de aportes mitológicos de los romanos y de otras culturas que adoraban a un personaje similar. Algo bastante parecido a la mezcla que de él nos llegó a nuestra contemporaneidad.
Quedó mi trabajo alojado en varias subcarpetas de un DVD. Tan solo un manojo de textos y fragmentos consistentes en una pequeña parte de lo que quería lograr.
No me he dado por vencido, pues sigo teniendo la misma intención de aquellos meses. El problema es del tiempo, que no siempre alcanza para lograr grandes cosas. No dudo que si lo logro, llegue a comparar el esfuerzo con el que tuvo que realizar mi protagonista en cualquiera de los trabajos ordenados por el rey Euristeo.
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